Nunca me había atrevido a preparar helado en casa… y menos sin tener una heladera. La verdad es que tampoco resulta tan complicado, lo único que requiere es paciencia, especialmente en la fase final, en la cual debemos evitar que el helado se congele del todo y pueda quedarnos cremoso. Espero que os animéis a hacerlo, yo he empezado por un sabor que normalmente no encontramos en ningún sitio: helado de canela.
Ingredientes:
450 ml de nata de montar
225 ml de leche entera
4 yemas de huevo
30 gramos de azúcar
30 gramos de miel
1 rama de canela
1 cucharita de café de canela en polvo
Dificultad: Media
Necesitaréis: Recipiente apto para congelación y batidora de varillas.
Ponemos la leche junto a la rama de canela a calentar a fuego lento en un cazo. Vamos removiendo hasta que hierva. Retiramos del fuego y dejamos que se enfríe un poco.
Ahora batimos las yemas de huevo, la canela en polvo y el azúcar y la miel hasta que la masa quede pálida y espesa.
Sacamos la rama de canela de la leche y agregamos la mezcla de yemas batidas y lo cocemos a fuego suave, removiendo sin parar, hasta que espese pero sobretodo sin que llegue a hervir o cuajarse.
Vertimos la mezcla en un tupper o recipiente de aluminio y lo dejamos enfriar, removiendo la mezcla de vez en cuando.
Ahora ya toca el último paso, montamos la nata (sobretodo que esté bien fría y la montamos en un recipiente de cristal o acero inoxidable), y la juntamos con la mezcla de canela que ya estará fría. Lo mezclamos con movimientos muy suaves.
Metemos el helado en el congelador. Y ahora viene el paso crucial para obtener un helado profesional :-), después de la primera hora sacaremos el helado del congelador y lo batiremos bien (podéis usar una batidora), después lo haremos cada 45 minutos, hasta 3 intervalos de 45 minutos en total.
Espero que os quede genial, ¡ya veréis que el sabor es delicioso!